De crío, hacía la mochila para ir al cole el primer día de curso, cada año el olor de los libros nuevos compensaban dejar atrás los charcos de la playa, pero había uno especial, uno que recuerdo con cariño, un pequeño diccionario de formato cuadrado que encerraba en sus paginas centrales las imágenes de las banderas de todos los países, nunca me cansaba de mirarlas y de imaginar como serían los paisajes y las gentes de todos aquellos lugares
